Violencia en el Fútbol
Fútbol y violencia: las razones de una sin razón
Tan brutal y
sangrienta fue esta práctica que se llegó a prohibirla en varios momentos y
lugares. La creciente aceptación del fútbol y el aumento de la violencia
reinante condujo a una disyuntiva: su prohibición, como muchas voces
propugnaban, o la introducción de un mecanismo civilizador para procesar
pacíficamente el conflicto; en otras palabras, entender y concebir el fútbol
como la guerra, pero desarrollarlo por medios pacíficos. Y esto último es lo
que ocurrió, mediante la emergencia de cuatro componentes que se han ido
perfeccionado en el tiempo: la creación de una institucionalidad que vele por
la justicia (Federación Internacional de Fútbol Asociado FIFA), la creación de
una normativa (las famosas 17 reglas), la creación de un juez para imponer las
reglas (el árbitro) y la creación de la política anti violencia (fair play).
2. La violencia del fútbol
La violencia
es concebida a partir de una relación particular del conflicto (Carrión, 2009),
que nace de una compleja construcción social y política (Sozzo, M. 2008) en un
territorio y en un tiempo específicos. Una afirmación de este tipo nos lleva a
comprender las violencias como consecuencia de la interacción de múltiples
actores directos e indirectos, históricamente constituidos. De allí que la
violencia no sea una sino múltiple –porque la conflictividad es plural– y, por tanto,
que el conjunto de ellas se encuentren vinculadas entre sí.
La violencia del fútbol tiene cuatro formas a través de
las cuales se expresa… la violencia en la cancha… la violencia de los estadios…
la violencia en los bordes… y la violencia que se produce en la sociedad en general…
“En 1888 hubo
23 jugadores muertos, 30 piernas fracturadas, 9 brazos rotos, 11 clavículas
partidas y 27 lesiones de diversa consideración. En 1889 fueron 22 los muertos,
y 138 los heridos y un año después la cifra de fallecidos fue de 26 y la de
heridos 150”. (García Candau).
La
violencia en la cancha es la que proviene de la propia esencia de la práctica
del fútbol –que se despliega en el campo y en los 90 minutos de juego – es en
la actualidad aislada, a pesar de tener una lógica explícita: el conflicto por
la disputa de los diferentes universos simbólicos y por las características
especiales de ser un deporte de contacto y fricción. Adicionalmente hay que
tener en cuenta el contexto: lo que representan socialmente en términos de las
regiones o los grupos 5 , las presiones económicas de los sponsors y la
presencia de los medios de comunicación, con todos los ojos del mundo puestos
sobre ellos. La violencia en el campo de juego tiene como actores a los
jugadores, entrenadores, árbitros, dirigentes y cuerpos técnicos, actores
directos del espectáculo, y se concreta a través de las confrontaciones
verbales, simbólicas y físicas que se hacen totalmente visibles, porque ésta
manifestación de violencia es la más reproducida por los medios de
comunicación. En el caso del fútbol ecuatoriano, por ejemplo, las imágenes de
la gresca del partido entre Liga de Quito y Barcelona, ocurrida en el 2006,
fueron reproducidas una y otra vez por la avidez de las hinchadas, convertidas
en rating por la televisión. En este caso el procesamiento de la violencia por
la prensa fue muy interesante: los medios serranos defendieron a Agustín
Delgado y los costeños lo condenaron. Sin embargo, si el partido se hubiera
jugado en Guayaquil años antes, cuando Delgado jugaba en el Barcelona y los
hechos de violencia hubieran sido los mismos, el comportamiento de la prensa
hubiera sido inverso. Pero aún más, si Delgado hubiera jugado por la selección
en un partido contra el Perú, el “Tin” Delgado hubiera sido considerado un
héroe nacional.
Es lamentable que un futbolista profesional se rebaje a ese nivel .
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